jueves, 22 de enero de 2015

Ball Game




Juego de pelota (y de pelotas) cuyo objetivo es mantenerla en el aire, nunca puede caer al suelo. Se juega por equipos con la peculiaridad de que participa un solo equipo de dos jugadores en la modalidad clásica y mayoritaria,  aunque el número de jugadores admite modificaciones en función de las preferencias y filias de los participantes. Juego de dos, un equipo de dos que han de mantenerse con todos los esfuerzos arriba, más o menos arriba, incluso al ras del suelo.

El contrincante es la gravedad: Si la bola toca la pista, pierdes. 

Se juega en un campo que es acotado por el espacio vital de los jugadores, el campo puede expandirse tanto como la duración de la partida. Es un deporte de resistencia que depende de la maestría de los participantes.

Requiere grandes habilidades, como mínimo los jugadores han de tener complicidad entre ellos,mucha capacidad de observación y ser empáticos, además estas cualidades se multiplican si equilibran las carencias del otro. Es un juego de concentración; en ocasiones uno de los miembros puede distraerse o tener un mal día y todo el peso del partido puede recaer en el otro, hay que cuidar esto y estar entrenado para cuando suceda ya que puede hacer que la motivación decaiga y con ello la pelota. 

Las normas son sencillas: todo vale mientras que el balón se mantenga en el aire, éste puede subir y bajar cuanto quieras, pero no botar. Obviamente la bola no siempre estará por encima de las cabezas de los jugadores, habrá momentos en los que tendrán que tirarse al suelo, hincar la rodilla en el asfalto, pero en eso consiste la diversión. Puede bajar siempre que no llegue al suelo. 

Si la esfera cae se romperá el hilo imaginario que une a las tres partes: los dos miembros y la pelota. Si pierden habrá que volver a empezar y los equipos tendrán que ser diferentes, esta es otra regla: en este juego hay memoria y supone que tras el partido perdido habrá rencores, reproches, recuerdos y será muy difícil hacer olvidar a los participantes el juego anterior: los momentos buenos y los malos. Uno de los jugadores perdió y el otro lo sabe. 

Así es el amor y estas son sus reglas.



viernes, 16 de enero de 2015

Blue


He encontrado entre mi cabellera lacia y oscura un pelo largo, rubio y rizado. Supongo, he de suponer, que pertenece a mi yo anterior, a la aristócrata de los años 20 que frecuentaba cabarets para salir de su rutina de mesas de mármol y tazas de porcelana fina humeantes de té.

He encontrado en mi brillante calva un pelo negro y solitario. Creo que es un ermitaño, no quiere saber nada de nadie, no quiere compañía, no necesita más que un terreno yermo para subsistir. Debió nacer aquel día de ostracismo y reniegue social. 

Lo primero que pensé al despertar aquella tarde fue que mis amigos me habían gastado una broma pesada. La noche anterior había bebido más de la cuenta y tenía lagunas en la memoria y una destilería en el estómago. Cuando llegué tambaleándome al baño y me vi reflejado me sobresalté, "¡Qué cabrones!" una peluca rubia con media melena y flequillo estaba pegada a mi cabeza, primero sonreí y traté de despegarla, pero al tirar de ella arranqué varios mechones. Se me saltaron las lágrimas, volví a tirar apretando los ojos y las muelas y grité. No sé cómo, pero pelo a lo Marylin era mío, salía pelo a pelo de mi cuero cabelludo. Lo recorté, me pasé la maquinilla a un ritmo acelerado y angustioso, vi caer mechones por mis hombros, vi el suelo cubierto de hilos dorados y, al mirar mi reflejo, allí estaba. Intacto. De esa noche conservo un precioso cabello rubio, ahuecado e indestructible,  algunas lagunas y gran aversión al tequila.

Al despertarme esta mañana descubrí un pelo teñido de azul enredado entre mis pelusas de rincón. Hace varios inviernos que no barro los rincones, pero hace más de tres años que no entra nadie en mi habitación, nadie que no sea yo. No recuerdo haber llevado el pelo azul, aunque sí recuerdo pensarlo, imaginarme con el pelo corto y azul. Así que debí crearlo. Creció en mis pelusas y en el olvido se hizo largo.

Siempre que visito la peluquería siento melancolía. Lavan mi pelo hasta que lo hacen rechinar de limpio. Luego me cepillan y lo cubren de pinzas. Esa imagen del espejo me atemoriza los días de tormenta. Y luego las tijeras: Tris-tras, tris-tras, tris-tras. El suelo usando mi peluca se peina por última vez. Look de escoba y recogedor.

No te atrevas. 
Ni te acerques. 
No me tocarás ni un pelo.

martes, 13 de enero de 2015

A VECES


Tú no sabes nada sobre mí, aunque te parezca que has leído en mis silencios
Que has navegado por mi corriente sanguínea, a contracorriente, claro,
Porque no venias  a quedarte.

Tú crees que eres especial,
Porque he posado mis ojos sobre ti
Y no te intereso.

Esas cosas pasan, a veces
No se enamoran de mí.
Esas cosas pasan.
A veces.

Si vuelves por mis rutas,
Por mis bares. Dime hola, no temas.
Inofensivo fue lo que hubo.
No hay herida, no hay punción.

Si alguna vez te encuentro de frente
Te sonreiré con mis dientes de plata brillante.
Porque desde el principio hasta hoy
Eso era lo único que te aseguraba.

Esas cosas pasan: a veces
No se enamoran de mí.
Esas cosas pasan.
A veces.