lunes, 8 de julio de 2013

46 Grados



Hoy llueve. Estoy sentada en la enorme sala vacía en la que trabajo. Estoy rodeada de puertas y cristales sin intimidad ni calor. Sí, llueve. Veo a la gente apresurada buscando cobijo con sus negros paraguas vueltos del revés. No moja, es agua seca de la que nunca llega al suelo, que no alimenta, que de nada sirve... sólo hace a la gente correr. No hay nadie, están todos escondidos. Guarecidos. Llueve. El viento impulsa las gotas, centrifuga, ya no hay nada. Los cristales de mi jaula están secos, pero te juro que llueve, lo sé porque lo siento en los huesos y porque lo leí en el parte meteorológico.